Me llamaron del hospital. ‘¿Es usted Clara? Tenemos a su amigo aquí… está grave… ella estaba de copiloto…murió.’
Ahora ya sólo son recuerdos. Todo pasó rápido y todo, al parecer cambia.
Me esforcé para conseguir una pensión digna y cuando descubrí su intención me vino a la mente lo ridículo que puede resultar un cojo sin pensión, sin trabajo… aunque a él le venga mejor.
Es lo que pasa con la amistad, que te brinda numerosas sorpresas. Un día te avisan para que vayas al hospital; otros días te encargas de sus asuntos burocráticos y otros, te enteras por la televisión de que se está convirtiendo en un fenómeno de masas. La amistad y las circunstancias te dejan perpleja.
Además, nunca sabes de donde van a salir los buenos amigos o los buenos enemigos. El HQPPA no sé si consigue cautivarme, no sé qué trata de hacer, si ayudar o es sólo un maquiavélico interés personal. Lo único que sé es que sus palabras parecen siempre las correctas, efectivas y atrayentes.
Toda la situación se me está yendo de las manos y mis palabras no han conseguido solución. Mi amigo, erre que erre, va a salirse con la suya y yo me he quedado atrás en sus ideas.
A pesar de todo, ¿conseguirá lo que pretende? ¿será la solución correcta? ¿deberíamos seguir los consejos del HQPPA? ¿Mi amigo es un fenómeno? ¿tenemos que creer a pies juntillas las palabras del Presidente? Juzguen ustedes mismos porque esto es teatro, creo que hay que dar carta abierta a todas sus opiniones, y disfruten.
En AlRaque Teatro somos piratas. Pero demasiado vagos para ir al abordaje, qué le vamos a hacer. Preferimos que nos lo den todo hecho y que no haya derramamiento de sangre. Vamos en busca de los restos de un naufragio en la costa, vamos a ver qué nos encontramos, vamos al raque.
jueves, 16 de septiembre de 2010
La Conciencia, por Jen Tan
Al plantearme la directora un papel semejante, lo primero que me pregunté, como casi todas las mujercillas de última generación, fue: ¿qué me pongo? La dire se niega a banalizar a la conciencia con un mero disfraz de Pepito Grillo. Lástima, porque el traje me hubiera quedado de maravilla. Y pensar que probablemente me esté equivocando con el verbo “banalizar”, y debiera haber usado en su lugar un “sobreexponer”, o incluso hacer de mí el sujeto de su subordinada: “se niega a hacer a la conciencia sobreactuar...”
Todos los que entiendan la obra entenderán también la decisión de la directora de no hacer de mi personaje un Pepito Grillo, ni desdoblarme en un angelito y un demonio. Si se me permite un tono de presunción, soy, en gran medida, el motor de la acción de la obra. Y si no, ya me dirás tú quién impulsa al hombre a pararse a pensar sobre su culpabilidad, a decidir limpiarse esa mancha en forma de pensión que le llega mes a mes. Yo, por supuesto, su problemática conciencia. Y no creáis que se lo he tenido que gritar al oído una y otra vez, no, él solito ha llegado a esa conclusión. Hoy en día, nadie me hace caso, todos se rigen por su vanidad y egoísmo. Así que encontrar alguien que me haga caso me hace feliz, y con ello no tengo más que interactuar con él, que bien merecido tiene ese abrazo.
Sin embargo, raro era encontrar a un hombre puro, un hombre capaz de ir a contracorriente. Dicen que la intención es lo que cuenta, pero, ¿qué hacer cuando te olvidas de tu intención? ¿Qué le pasa a la conciencia cuando la olvidas, cuando la abandonas, cuando te dejas llevar por hombres que pasen por allí? No abandonarían a un bebé, ni a una mascota, pero a la conciencia sí: la pisotean, se desvanece y muere, cual sombra tejida a los pies de un Peter Pan que vuela en las alas de la fama.
Todos los que entiendan la obra entenderán también la decisión de la directora de no hacer de mi personaje un Pepito Grillo, ni desdoblarme en un angelito y un demonio. Si se me permite un tono de presunción, soy, en gran medida, el motor de la acción de la obra. Y si no, ya me dirás tú quién impulsa al hombre a pararse a pensar sobre su culpabilidad, a decidir limpiarse esa mancha en forma de pensión que le llega mes a mes. Yo, por supuesto, su problemática conciencia. Y no creáis que se lo he tenido que gritar al oído una y otra vez, no, él solito ha llegado a esa conclusión. Hoy en día, nadie me hace caso, todos se rigen por su vanidad y egoísmo. Así que encontrar alguien que me haga caso me hace feliz, y con ello no tengo más que interactuar con él, que bien merecido tiene ese abrazo.
Sin embargo, raro era encontrar a un hombre puro, un hombre capaz de ir a contracorriente. Dicen que la intención es lo que cuenta, pero, ¿qué hacer cuando te olvidas de tu intención? ¿Qué le pasa a la conciencia cuando la olvidas, cuando la abandonas, cuando te dejas llevar por hombres que pasen por allí? No abandonarían a un bebé, ni a una mascota, pero a la conciencia sí: la pisotean, se desvanece y muere, cual sombra tejida a los pies de un Peter Pan que vuela en las alas de la fama.
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